INSTITUTO PSICOPEDAGOGICO EL TESORO DE LA VERDAD
DOCENTE: LILIANA MUÑOZ
GRADO TERCERO

DIOS Y VALORES
El propósito de la educación
Educar es un verbo transitivo que viene de la palabra latina educare y significa, según el diccionario: “Formar o instruir a una persona.” (Nuevo Pequeño Larrousse Ilustrado) Esta definición da la impresión que los niños son trozos de greda sin forma, y que alguien tiene que amasarlos y luego darles una forma distintiva y, ojalá, útil. Pero algunos diccionarios se aproximan o aluden a un vocablo latino más antiguo, educere, que significa sacar una cosa de otra, y usan el ejemplo de asistir en el nacimiento. De ahí, el diccionario de la Academia Española dice que educar significa: “Dirigir, encaminar…”
Cuando una matrona asiste en el nacimiento, no está dando forma al bebé. Solamente lo dirige o conduce, ayudándolo a emerger de su madre. De la misma forma, los padres deben pensar en su papel educativo, teniendo en mente que los hijos nos llegan ya formados en cierto grado. A nosotros nos toca encaminarlos, ayudarlos a emerger del regazo del hogar a tomar su lugar en la sociedad.
Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Pero muchos padres han asumido que es su deber decidir cual es ese camino. Y después de forzar al niño a caminar en él, se afligen porque no se mantiene en el camino que el padre escogió. En cambio, si estudiamos al niño y nos empeñamos en conocer cual es su camino y luego le ayudamos a seguirlo, la promesa es que no se apartará de él.


ENSEÑANDO A LOS HIJOS A TENER UNA RELACIÓN CON DIOS
En la actualidad vemos como los jóvenes están siendo blanco del enemigo, un constante ataque que muchas veces no termina bien, pues muchos caen en las drogas, la rebeldía y sucesos penosos que marcan sus vidas para siempre. Es por eso que resulta tan importante llevar a nuestros hijos a tener una verdadera relación con Dios, una amistad real y genuina que le de bases solidas para crecer con principios de amor, misericordia y verdad en el corazón, una labor que no será completa si los padres no se involucran presentando un modelo adecuado a los niños donde este implícita la oración, la búsqueda y la lectura de la palabra, pues no olvidemos que los niños que aprenden a orar desde pequeños pueden desarrollar una vida de oración poderosa y efectiva mejor que los niños a quien no se les enseña.
3. LA LABOR DE LOS PADRES
La mayoría de los padres se esfuerzan por ser buenos proveedores, como se nos enseña en (1 Timoteo 5.8). Pero Dios quiere que los padres provean mucho más que las necesidades básicas de una vida física. Desea que también seamos capaces de aportar el alimento espiritual que se requiere para llevar una vida correcta, que produzca como resultado la vida eterna.